viernes, 29 de noviembre de 2013

Con ustedes... el gran Billy Wilder.

El Cineclub "Cuadernos de Cine" Carmona quiere dedicar la sesión del próximo mes de diciembre al gran director austríaco Samuel Wilder (1906-2002), más conocido como Billy Wilder.

Conocido principalmente por sus ácidas y corrosivas comedias, Billy Wilder también mostró su genialidad en todos los géneros que abordó, desde el cine negro, hasta el drama social, pasando por el suspense o la sátira hollywoodiense.

Maestro en la narración fílmica, en la construcción de tramas y situaciones, en la escritura de chispeantes e ingeniosos diálogos y en establecer una mirada cáustica al mundo que le rodeaba, Wilder permanece como uno de los personajes más talentosos que ha conocido la historia del cine.

Desde "Cuadernos de Cine" Carmona queremos hacer un pequeño homenaje a este gran director disfrutando de una de sus grandes obras. Para ello, volvemos a pedirles su colaboración participando en la encuesta abierta en nuestro blog. 

Les proponemos que elijan entre las siguientes opciones la película que veremos el próximo jueves 19 de diciembre a las 19 horas en la calle Enmedio, 45, de Carmona.

1º. PERDICIÓN. (1944)

2º. DÍAS SIN HUELLA (1945)

3º. TESTIGO DE CARGO (1957)

4º. EL APARTAMENTO (1960)

5º. IRMA LA DULCE (1963)

6º. EN BANDEJA DE PLATA (1966)

miércoles, 6 de noviembre de 2013

LA CAUSA 661: LA INSOLENCIA DEL CONDENADO


 


Amordazar la memoria de la resistencia antifascista ha sido una constante desde el inicio de la transición, incluso podríamos decir que fue una necesidad ineludible si tenemos en cuenta que la impunidad del franquismo forma parte de la fórmula que sostiene el actual régimen monárquico. La suerte de la lucha por la memoria en estos años es conocida: desde abajo, pese a todo las contrariedades, desde la ciudadanía se ha luchado contra aquel pacto de silencio y olvido en un combate que sigue todavía y que tiene la Tercera República como objetivo y al que la mal llamada Ley de Memoria ha intentado frenar.

Uno de los frentes abiertos es el cine documental, donde en ocasiones algunos autores logran vencer las sutiles —o no tanto— formas de censura con las que nuestra flamante democracia intenta ponerle puertas al campo de la memoria.
En 2009, el director de cine y guionista Falconetti Peña ha estrenado el documental «Causa 661/52. La insolencia del condenado». Se trataba en el proyecto original de narrar la historia de la agrupación guerrillera de las Sierras de Málaga y Granada entre 1939 y 1951, a través de la figura del que fuera su comandante, el militante comunista Ricardo Beneyto Sapena, veterano oficial del Ejército Popular Regular (EPR) de la República Española, comisario jefe de las fuerzas blindadas del Ejército del Centro durante la Guerra Civil. Hasta aquí la historia de este documental podría ser la misma de las decenas de documentales que se han realizado al amparo de las diversas subvenciones públicas con las que se está «apoyando» la recuperación de la memoria histórica, sin embargo el proyecto del director era algo más ambicioso. Beneyto asumió el intento de organizar la resistencia de los cientos de guerrilleros y enlaces que en las serranías granadina y malagueña mantenían la lucha antifascista desde 1939, una historia terrible y dura, llena de heroísmo en la que la muerte y la traición fueron las únicas armas que pudieron vencerles. Por emplear las palabras del director, el documental pretendía encontrar explicación a por qué cientos de campesinos andaluces escogieron «morir de pie» antes que rendirse. Peña decidió no limitar su relato al pasado. A partir de ahí empezaron los problemas.
Granada es una provincia donde los poderes tradicionales, la oligarquía agraria andaluza y su red de complicidades sociales actual, es más visible todavía hoy: la masacre de la Guerra Civil no es algo ajeno a ello. Una fiesta oficial en la capital, la llamada Fiesta de la Toma, se celebra cada año para conmemorar la conquista del antiguo reino nazarí de Granada y el fin de la Reconquista. Desfilan las tropas de la guarnición, se enarbolan los antiguos guiones y banderas y se remata todo con una misa solemne en la catedral con la presencia de militares, eclesiásticos, aristócratas, representantes de los poderes públicos —alcaldía, diputación, delegación del gobierno, Junta de Andalucía— con lo más selecto de la sociedad granadina; desde hace algún tiempo se suma también la extrema derecha granadina que ese día rescata los yugos y las flechas y elevan los brazos a la romana jaleando el paso de los soldados y soltando su mensaje de odio a inmigrantes, moros y rojos. El director decidió incluir algunas imágenes de esta vistosa celebración de memoria histórica con algunos siglos de tradición; ahora bien, «el documental [que intentaba] retratar la memoria política de unos campesinos que lucharon contra Franco, consideraba [también] interesante retratar la memoria política de la oligarquía de Granada, ver que quedaba en su memoria de esa represión». El documental se realizó pese a todo y el director lo envió a la productora andaluza «bien situada» que lo había apoyado. La reacción fue brutal.
Lo relató el propio F. Peña: en la copia final se incluyeron las imágenes de la Fiesta de la Toma y, finalmente, «acabo el montaje y lo mando a Sevilla, y la productora lo ve y pone el grito en el cielo; me dice que no viene a cuento, directamente, y que estéticamente no tiene interés y les digo que no tendrá interés para ellos pero para mi sí». La oposición al documental fue frontal. Añade Peña: «Durante meses, el autor montó, desmontó, cortó, pegó, conspiró y amenazó buscando una salida y al final se quedó sin documental». ¿Motivos? Tardó en descubrirlo. Sigue el director con la narración del boicot sufrido: «Y cuando pasa a Canal [—nombre velado con un pitido—] ya la cosa se pone aún más fea (…) me dicen que vaya limpiando el asunto y yo no me explico porqué. A ver ¿Por qué? Hasta que un amigo viendo conmigo el montaje, me dice [que] es que uno de los personajes que más has retratado en [tus imágenes de] la toma, uno de los personajes centrales, es precisamente un alto cargo del PSOE. Y yo no lo sabía».
El resultado fue el embargo del documental original. Peña no se rindió, logró rescatar legalmente parte del material filmado y junto con imágenes extra y un nuevo guión y montaje, le dio la vuelta a la situación y consiguió acabar y estrenar una nueva obra, titulada «Causa 661/52. La insolencia del condenado».
Causa 661/52 fue el nombre judicial del proceso al comandante guerrillero Ricardo Beneyto y sus compañeros. Detenido en 1947, Beneyto logró ocultar su verdadera identidad durante años, siendo procesado por otros cargos. En 1956, finalmente, la delación de un traidor que creyó con ella poder salvar su propia vida, le llevó ante un piquete de ejecución. Beneyto cayó dando un viva al partido comunista, en un extraordinario ejemplo de honradez y dignidad antifascista.
El documental desarrolla paso a paso la odisea de algunos de aquellos guerrilleros y sus enlaces del llano, los patriotas antifascistas, civiles que en sus casas ayudaban a la resistencia. En las serranías de Granada y Málaga lucharon y cayeron bajo las balas fascistas más de 300 guerrilleros entre 1939 y 1956, pero el número de civiles, hombres, mujeres y niños, los enlaces, que resultaron muertos, encarcelados y torturados fue mucho mayor, superando las dos mil personas. Una lucha feroz en la que cayeron igualmente sea en combate o ajusticiados en esas dos provincias y según datos militares franquistas, 80 guardias civiles, 65 soldados y oficiales (tabor de regulares Alhucemas 5, Regimiento de infantería Nápoles 24 y Policia Armada en campaña) y 73 falangistas y colaboracionistas diversos
La factura, montaje y ritmo del documental son excelentes; el desarrollo del tema es progresivo y varias líneas argumentales se entrecruzan manteniendo así la tensión. Uno de los testimonios más importantes es el de un veterano superviviente de lo que se llamó la gran travesía, una retirada de cientos de kilómetros que llevó desde las montañas de Granada hasta Francia a los últimos seis supervivientes de la Agrupación Guerrillera que nunca fueron ni vencidos ni capturados. Dando la contra se escucha también la versión de un oficial fascista que da detalles de la lucha y represión desde el punto de vista franquista, una lucha en la que la delación, la traición y la tortura y la muerte fueron fundamentales.
La historia de los guerrilleros de Granada y Málaga va generando más y más interrogantes. ¿por qué mantenían la lucha? ¿Quienes eran? ¿cuál era la estrategia del PCE que estaba detrás de la lucha guerrillera? Y entre las preguntas surgen las dudas: ¿cuál fue el papel de Santiago Carrillo en los años de la guerrilla, primero, y en los de la Transición, después?
Cuando «Causa 661/52» entra en diálogo con el presente y se contrapone la terrible historia del pasado con los discursos de la transición, el documental gana en profundidad. Ya no es un documental como tantos otros, con testimonios más o menos valiosos, pero dispuestos como partes de un camino que no lleva a ninguna parte. No es el caso. Aquí se intenta reflexionar seriamente sobre las contradicciones que la Transición ha supuesto y que han llevado a la impunidad del franquismo y al olvido sistemático de la historia de la resistencia antifascista.
El sociólogo y profesor de la Universidad de Granada, José Antonio Fortes, explicita en sus intervenciones en el documental, algunas de las claves que explican el carácter estupefaciente de muchas actuaciones en pro de una supuesta «recuperación de la memoria histórica». Fortes lo dice claramente: el sistema soporta los acercamientos en clave sentimental o histórica, pero no en clave de análisis político. La memoria histórica es un campo de batalla de la lucha de clases y el aplastamiento criminal, genocida, de la resistencia armada republicana, de la lucha proletaria y hasta de la burguesía republicana por la reacción y el fascismo, es algo que no puede ser explicitado: el bloque de poder actual no lo soporta, sus relaciones con el pasado fascista son demasiado fuertes. Ese aplastamiento de la resistencia antifascista fue, además, en todos los ordenes, militar, pero también económico, cultural, ideológico con unas consecuencias que duran hasta el presente, quienes intenten así decirlo serán acusados de «radicales, intransigentes», etc.. Fortes es claro y conciso en sus intervenciones en el documental, ofreciendo una luz interpretativa que está ausente en casi todas las obras de este tipo.
Poco a poco, la historia de lucha a muerte en las nevadas sierras granadinas se convierte en una colección de interrogantes sobre la transición. Olvido, impunidad, traición, pero también algunas continuidades inquietantes: el padre del General Galindo fue un guardia civil enfangado en toda la sangre y la muerte de aquella lucha, en el documental se nos recuerda como este triste papel fue heredado por el hijo, quien asciende a general por decisión del gobierno de Felipe González sin que su implicación en los crímenes del GAL en los años 80 les aconsejara lo contrario.
Con todo, la búsqueda de respuestas a las preguntas y dudas que la investigación ha planteado lleva al director a buscar el análisis de Gregorio Morán, autor de «El precio de la transición» y«Grandeza y miseria del Partido Comunista de España». Moran interviene con contundencia, denunciando la miseria moral de Santiago Carrillo en su papel de secretario general del PCE y su actuación tanto en aquellos años como en la transición. La realidad de la resistencia armada guerrillera planteaba a la dirección del PCE un serio problema: fuese para mantenerla o fuese para ordenar su cese y retirada a Francia una vez conocida la imposibilidad de una intervención aliada en España posteriormente a 1945. En ambas cuestiones, la dirección fracasó y las preguntas se agolpan. ¿Cómo fue posible tal sacrificio de buenos militantes, de tantos cuadros veteranos? ¿Qué ordenes se dieron entre 1946 y 1950 para reconducir la situación? Morán afirma que tras la entrevista con los yugoslavos para solicitar ayuda militar para la guerrilla de Levante, en la famosa reunión en Moscú entre Stalin y la dirección del PCE, Stalin no exigió abandonar nada. Como se recordará, pues es algo muy citado, supuestamente Stalin aconsejó —es decir, hubiese ordenado de ser así—, abandonar la opción guerrillera y poco menos que infiltrarse en los sindicatos verticales, y en la sociedad civil española del momento, etc. La dirección carrillista siempre defendió esta versión del supuesto mandato de Stalin de abandono de la lucha guerrillera y poco menos que le acusa de haber sido el inspirador de la política de «reconciliación nacional». Según Morán esto no es cierto. Stalin se reunió con Carrillo y Dolores Ibarruri para insinuarles que había problemas con los yugoslavos, que no mantuvieran esos contactos y que tuvieran paciencia en la política española, les ofreció apoyo político y económico para el mantenimiento del partido y poco más. En ningún caso, ironiza Morán, les dijo que «se afiliaran a la HOAC o a las juventudes católicas», como cierta hagiografía carrillista ha llegado a plantear.
Pero si se acude a Gregorio Morán o a ciertas imágenes actuales se debe a la necesidad de aclarar una cuestión: hay un hilo conductor entre el sacrificio de la guerrilla y las renuncias de la transición: en ambas cuestiones está presente Santiago Carrillo.
«Causa 661/52» se encamina a su final y las preguntas sin respuesta se acumulan. Peña ha intentado con plena honradez buscar los porqués de esta historia y comprender cómo es posible que la memoria histórica de la resistencia antifascista esté encontrando tantos enemigos en la actualidad. Estas dudas e interrogantes son casi lo mejor del documental, pero Falconetti Peña tiene muy claro que el sacrificio y la honradez de aquellos combatientes antifascistas, aquellos campesinos andaluces que escogieron morir de pie antes que rendirse, son los verdaderos héroes a los que se ha de rendir homenaje y de quienes se puede aprender para las luchas del presente. Quienes les traicionaron entonces o ahora, lo hicieron por salvar sus vidas o sus privilegios y son quienes no desean que se abra paso la memoria histórica antifascista.
El director lo tiene claro y concluye: «Durante casi tres años el autor luchó con la productora (…) sin comprender que los auténticos vencedores ya no necesitaban banderas ni águilas, para asesinar la memoria». Con «Causa 661/52», no lo han logrado, el documental se ha estrenado, se está difundiendo y está siendo empleado para hacer preguntas y buscar respuestas: el carrillismo, el PSOE, la transición y todas las complicidades con el fascismo quedan malparadas, todo un logro. Falconetti Peña ha marcado un camino que otras obras de este tipo deben seguir; su documental no es perfecto, nada lo es, pero resulta completamente honrado en su planteamiento y valiente en su línea argumental. La lucha continua.


PLATAFORMA DE CIUDADANOS POR LA REPÚBLICA

MATEWAN



Hacia 1920, las minas de carbón de Virginia del Oeste están controladas por poderosas compañías que pagan salarios muy bajos para que los precios sean competitivos. La mano de obra está formada por inmigrantes negros del sur. Cuando los mineros de Matewan se declaran en huelga, la desesperación y la violencia no tardan en aparecer. (FILMAFFINITY)

Historia real acerca de uno de los primeros grupos de huelguistas organizados. La realidad supera la ficción: fue el único pueblo de EEUU bombardeado... Os lo contamos... John Sayles, como siempre, genial.

OPERACIÓN-E



José Crisanto es un campesino cocalero que vive con su familia en la jungla colombiana, una región donde las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) imponen su ley. Los guerrilleros le entregan un bebé al borde de la muerte para que lo cure y lo cuide, bajo amenaza de muerte. Crisanto se ve obligado a huir con toda su familia para salvar sus vidas y la del niño, convirtiéndose en desplazados por la violencia que la guerrilla y los paramilitares ejercen en gran parte del país. Años después, los guerrilleros que le entregaron el bebé lo buscan para reclamárselo con urgencia. El niño forma parte de un plan de intercambio de rehenes, pactado entre los presidentes de Colombia y Venezuela, que está poniendo a ambos países al borde de la guerra y que mantiene en vilo a los imperios mediáticos del mundo entero. Crisanto y su familia son ahora perseguidos por la guerrilla, pero también por la policía y los militares que lo hacen responsable del secuestro. (FILMAFFINITY)

 

René Saavedra (Gael García Bernal) es un ejecutivo de publicidad que regresa a Chile tras su exilio en México y diseña una brillante y optimista campaña que propugna el "No" al plebiscito chileno de 1988. Su objetivo es poner fin a la dictadura militar y derrocar a Augusto Pinochet. (FILMAFFINITY)

Premios
2012: Oscar: nominada a la mejor película de habla no inglesa
2012: Festival de Cannes: Premio Quincena de Realizadores a la mejor película
2012: Festival de La Habana: Mejor película
2012: Premios Ariel: Nominada a Mejor película iberoamericana




EL CAPITAL



Marc Tourneuil (Gad Elmaleh) es un cínico empleado de banca, un sector que está en plena crisis económica en todo el planeta. Desde la nada, Marc comenzará un ascenso imparable por los entresijos del mundo de la banca hasta convertirse en una de las personas más poderosas e influyentes del país. (FILMAFFINITY)

"Gavras nunca fuerza el material hacia el territorio alegórico, es una mirada relativamente directa a las consecuencias de dejarse cegar por el dólar, con tal vez una de las visiones más claras y definidas sobre la depravación económica desde 'Wall Street'."


domingo, 13 de octubre de 2013

TRUFFAUT O LA PASIÓN


 Truffaut, para quien no lo conozca, fue un director (y actor) de cine francés. Nació en una familia casi pobre y era hijo único. Sus padres tenían con él una relación de indiferencia. Solo, sin dinero, en un barrio cualquiera de Francia, se refugiaba en los libros y en el cine. En ellos volcaba sus ansias de vivir y sólo en ellos recogía la realidad que él esperaba de la vida. “El cine ha sido en mi adolescencia una clase de refugio; por ello le tengo un amor casi religioso”.
Se refugiaba de unos padres que no le tenían en cuenta. De un ambiente sin esperanzas, de la soledad de la incomprensión. Y no se refugiaba como quien se esconde. No. Lo daba todo en ese refugio. “No era raro que viese la misma película cinco o seis veces en el mismo mes sin ser capaz luego de contar correctamente el argumento, porque, en un instante preciso, una música que subía de volumen, una persecución en la noche, el llanto de una actriz, me emborrachaban, me arrebataban y me arrastraban más allá de la película.”
Siempre contaba que de pequeño se escapaba para poder ir al cine y sus padres no le dejaban. Pero, con miedo y los riesgos que conllevaba, todos los días volvía a oscuras y en silencio a su habitación para que nadie se enterase. Porque al final, para él, la verdadera vida era esa, las películas que veía, los libros que leía. “Siempre he preferido el reflejo de la vida a la vida misma. Si he elegido los libros y el cine desde la edad de once o doce años, está claro que es porque prefiero ver la vida a través de los libros y del cine.” Pero, aunque parezca lo contrario, todo ese amor no es más que el reflejo del amor por la vida. Amaba tanto la vida, esperaba tanto de ella, que lo que encontraba le parecía muy poco. Por ello no se conformaba y necesitaba las realidades paralelas del cine o la literatura. Las que observaba, al  principio, y las que creó él mismo más tarde. Con 24 años escasos hizo su primera película, “Los cuatrocientos golpes”. Palma de oro de Cannes e icono de la nouvelle vague. En ella un niño se enfrenta a la incomprensión de su familia y del sistema educativo; no es más que su propia autobiografía. Mejor que lo describa él. “La parte autobiográfica de mis films, realmente no la puedo declarar, no la puedo señalar, porque no soy totalmente consciente y porque soy algo hipócrita y me oculto tras estos films, procuro no hablar en primera persona. El resultado, por tanto, no es claro. ¿Es cierto o es inventado lo que allí ocurre o le sucede a Jean-Pierre Léaud o a mí? Es lo mismo. Digamos que hay elementos variados de la vida real.
Para él, en sus películas, hay partes equitativas de ficción, realidad y realidad modificada. Sólo rueda lo que ha vivido, pero en lo que vive incluye imaginación, deseo, observación y experiencia. “Yo sólo funciono por sensaciones, por cosas ya comprobadas. Es por esto que mis films están llenos de recuerdos de juventud”. Tanto se mezclan en él la ficción y la realidad que, no puede ser de otra manera, su protagonista crece con él. El niño de “Los cuatrocientos golpes”, Jean Pierre Leaud,  será su alter ego en muchas películas posteriores. Experimentará, por tanto, su infancia, sus amores, su madurez. Es casi seguro que preferiría ser ese personaje de sus películas a él mismo, por mucho que se pareciesen, incluso físicamente. “Hace tiempo una mañana de domingo, la televisión emitió en el programa 'La secuencia del espectador' una escena de 'Besos robados' en la que participaban Jean-Pierre Léaud y Delphine Seyrig. Al día siguiente entré en una taberna en la que nunca había estado antes, junto a la estación de Saint-Lazare y me dijo el dueño: "yo le conozco a usted, ayer le vi  en la televisión". Es, por supuesto, evidente que no fue a mí a quien vio en la pequeña pantalla, sino a Léaud interpretando el personaje de Doinel.”
 Volvemos a la idea de la superioridad del arte frente a la vida. “Existe una contradicción entre la vida y el espectáculo. La vida va hacia la degradación, la vejez y la muerte; el espectáculo va hacia lo que yo llamaría exaltación”.  Lo que se ve en las películas o se lee en los libros es mejor, sí; pero no es un rasgo psicótico de evasión o negación de la realidad. Es todo lo contrario. No es más que un apasionado por la vida, que la quiere hacer más bella, más justa. Y para eso no tiene que inventar nuevos mundos o irse a la ciencia ficción. Sólo tiene que observar lo verdaderamente importante, lo que siente. “Desdeñaba las películas históricas, las de guerra y los westerns porque resultaba más difícil identificarse con ellas. Por eliminación no me quedaban más que las policíacas y las de amor (...) Es comprensible pues, que me sedujera desde el principio la obra de Alfred Hitchcock, consagrada por entero al miedo, y después la de Jean Renoir, inclinada hacia la comprensión: "Lo terrible de este mundo es que todos tienen sus razones" ('La regla del juego').”
 No me gustan los paisajes, ni las cosas; amo a las gentes, me intereso por las ideas, los sentimientos. Si se me pregunta cuáles son los lugares que más me gustan en mi vida diré que es el campo de 'Amanecer' de Murnau o la villa del mismo film, pero yo no citaría ningún otro lugar que realmente haya visitado, pues no visito nunca nada.”.
Para él predomina el sentimiento frente a la racionalidad. En esto, creo, consistiría la principal diferencia entre la Nouvelle Vague y el Dogma. La Nouvelle Vague, encabezada por Truffaut, Goddard, Chabrol, Resnais… Eran un grupo de chicos jóvenes, apasionados por el cine que quieren quitarle toda la fanfarria, sensacionalismo y mentira del cine americano. Aún así, para ellos era el mejor cine. Pero lo renuevan. Un aire de frescura, sinceridad, inunda Cahiers du Cinema y el cine europeo. De pronto se rueda casi cámara en mano, sin excesivas bandas sonoras. Se encargan de que la historia hable por ella sola. Y siempre es una historia de personas. Personas que se aman, que sufren, anhelan, hablan, que sienten. El Goddard de “Pierrot el loco”, por ejemplo, es el más intelectual, frío. Mientras que Truffaut, el Truffaut de “Jules et Jim”, “La piel dura”, es todo ternura. Pero ambos ruedan vidas comunes, extraordinarias en su cotidianidad. Y el cúlmen de su genio conjunto se encuentra en “Al final de la escapada”. Belmondo y Seberg representan el imaginario ideal de la Nouvelle Vague. Juventud activa, soñadora, idealista, que no se corta a la hora de sentir, que buscan algo más allá y que, eso sí, siempre se topan con la realidad. Aunque la realidad sea negra, esas vidas ejemplares, solamente por su capacidad de amar, se convierten en héroes por obra y gracia del cine. De nuevo, la superioridad del arte frente a la vida. Goddard, quizá, sí llegue a evadirse de la realidad en sus películas. Sus personajes, (qué mejor descripción de lo que estoy diciendo que Pierrot, el loco) piensan, piensan y piensan. “No sé qué hacer, no sé qué hacer” dice la protagonista femenina. Ellos no se aburren, no; expresan y piensan en cómo se aburren, mientras que los personajes de Truffaut sólo son capaces de sentir. Cuando intentan pensar, la fastidian. Los protagonistas de “Jules et Jim” no hacen más que sentir. Sienten ante una simple piedra que les evoca algo. Sienten cuando conocen a una mujer especial. Sienten cuando deciden dejar a un lado las convenciones sociales por amor. Sólo cuando piensan empieza a ir todo mal. Otra vez, como en “Al final de la escapada” es el mundo el que te obliga a pensar, aunque tú no quieras. La sociedad nos impide sentir. Es una ilustración prolongada en la que, lo que no sea racional, es patológico. Y acaba siendo así, porque los encargados de definir a las personas son los mismos que cohíben…

Pero hablemos ahora del verdadero personaje, Truffaut. Ya hemos comentado que no pasó una infancia feliz. Pero ¿cómo creció? “Mi juventud no fue una vida de mártir pero tampoco fue feliz. Y encontré un inmenso refugio en la literatura y en el cine. Naturalmente he cambiado a lo largo de mi vida, pero no en lo esencial. Cuando era joven no me gustaban los adultos, ni la vida social, ni la política. Y ahora sigo sin tener relaciones con ese tipo de gente que quiere regir las vidas de los demás.”
Concluyendo, la gente que piensa. ¿Quiénes son los que, prototípicamente, más sienten? Niños y mujeres. Los verdaderos ídolos de Truffaut. No falta en casi cualquier biografía suya la frase que supuestamente mejor le define. “El hombre que amaba a las mujeres”.  De hecho, y significativamente, así se llama uno de sus films. Coleccionaba recuerdos, detalles, sensaciones de su pasado con sus mujeres. Yo añadiría también con los niños y el cine. “La piel dura” no es más que un canto de amor a los niños, a su ternura, sus esperanzas inacabables, su pureza, sinceridad. Y falta una película para hablar de su tercer amor, el cine: nos encontramos con “La noche americana”. En un sutil homenaje al cine americano (recordemos que para él es el mejor), se retrata el rodaje de una película. Ni más ni menos. Pero, no podía ser de otra forma en él, los personajes aman el cine, desde el último extra al director. Y, típico también de él, mezcla realidad y ficción. Se le ve a él mismo rodando tras una cámara. Pensándolo bien falta un amor en Truffat: el amor. ¿Dónde se encuentra su particular oda a ese sentimiento? En “Jules et Jim”. Un amor barrido de cualquier resquicio de aprendizaje, de razón. Un amor sentido y vivido, sin más. Sin cuadrar, sin etiquetar, sin expresar (¿qué falta hace?). Un amor mayor que la propia vida, por eso la acaba superando… Un amor parecido, quizá, al que Truffaut demostró por el cine, por la vida. “Me doy cuenta de que estoy alejado de las evoluciones estéticas, ya que no puedo hacer absolutamente nada que no sienta profundamente. He tenido la suerte de rodar solamente los proyectos que me interesaban y de hacerlos libremente. Yo creo que uno está perdido cuando emprende proyectos que no se le parecen, en todo caso yo lo estaría”. “Yo nunca me aburro. No puedo aburrirme porque leo periódicos, libros, veo la televisión. En mi mesa siempre hay un montón de libros. Por consiguiente, no puedo mostrar gente que se aburre, que no hace nada. Soy muy activo. Soy un activista. El reverso es que no sé divertirme, no sé tomar vacaciones, no sé estar sin hacer nada, no puedo pasar un día sin leer, sin escribir. Por tanto, mis personajes son también así; necesariamente, los personajes se  parecen a su autor.”
Sus películas las siente, es más, sólo hace las que siente. Y sus protagonistas se le parecen. Él, como Doinel, amaba intensamente a las mujeres y a la vida, es lo único que les hace excepcionales.  Antoine Doinel no es lo que se llama un personaje ejemplar, es astuto, tiene encanto y abusa de él, miente mucho y disimula más, solicita más amor que el que está dispuesto a dar; no es el hombre en general sino un hombre en particular”. Y ese hombre, en parte, es él mismo.
¿Cómo murió Trufaut? Yo, como él, prefiero la ficción a la vida. Por eso me crearé un final paralelo para contestar a ello. No quiero que muera, esta es mi obra, por tanto, no morirá (al menos aquí). Para que esté más vivo, haré que hable y él dirá qué final daremos a esto. “No se puede poner un final optimista, porque la vida no es optimista; tampoco se puede poner un final pesimista, porque sería un desastre comercial. Es necesario un final que incluya los dos. De ahí el final de 'Los cuatrocientos golpes' y el de casi todas mis películas. Hago finales ambiguos, siempre pensando un poco en Chaplin. Es su idea de marchar por la carretera y cruzarse con los policías, es la idea de la libertad amenazada. Creo que es la verdadera solución.” Entonces, dejaremos ir a François por un camino lleno de mujeres bellas, inteligentes, con niños suaves y fuertes, con hombres que aman, en el que, al final, hay una cámara para él.

Silvia Mª Álvarez Merino

martes, 24 de septiembre de 2013

EL CINE ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO

 Tal y como dice Gabriel Celaya de la poesía, nosotr@s lo creemos también del cine:

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas.  Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho. 


BIENVENID@S A NUESTRO CLUB

Bienvenidos y bienvenidas al Club Cuadernos de Cine de Carmona.

Es un club abierto para tod@s l@s cinéfil@s que quieran participar. En directo, en las sesiones que programaremos en Carmona, o con comentarios y reseñas de películas que os gusten (o no). Una zona de intercambio en el placer del cine.

Para empezar, una de las mejores fotografías que ha dado la historia del cine, la búsqueda de la libertad de Antoine Doinel: